La producción de fruta y verdura ha cambiado con el paso del tiempo. Las formas tradicionales han dado paso a lo tecnológico y ese cambio lo percibe el consumidor de forma directa. Los estantes en el supermercado muestran ya la existencia de diferentes productos. ¿Conocen los consumidores las diferencias entre los productos IV gama y el resto de presentaciones? ¿Saben exactamente qué ventajas conllevan?

Dar respuesta a esas preguntas fue uno de los objetivos del estudio cualitativo realizado en Madrid mediante la técnica de grupos de discusión. Las diferentes percepciones respecto a estos productos nos ayudan a entender por qué en Europa sólo el 7% de los productos consumidos son IV gama, frente al 85% del mercado norteamericano. Son prácticos, sin aditivos y naturales. Pero no todos los compradores lo perciben así.

Para entender esa diferencia debemos observar primero el comportamiento del consumidor ante un producto que no siempre es fácil de consumir. Desde el poco atractivo de las frutas y las verduras –son saludables, pero no gustan a todos-, a otras cuestiones más prácticas como la preparación –la pereza del consumidor es un elemento clave- o el hecho que su consumo cambie según la estación del año.

Por ello, es importante atender a las opciones que los productos IV gama dan al consumidor. Especialmente si observamos que, en general, los consumidores valoran positivamente la buena calidad del producto, que esté en buen estado, el buen sabor y la recuperación, en la medida de lo posible, del sabor de antaño –muestra de ese debate entre lo tradicional y lo tecnológico-, la durabilidad del mismo y la opción de comprar productos que se adapten a las necesidades del consumidor respecto a la medida, como las porciones pequeñas.

Productos prácticos frente a lo tradicional

Los productos de IV gama están convenciendo a muchos consumidores, especialmente a los que pasan más horas en la cocina. Estos productos son los ideales para que los consumidores disfruten de la calidad de una manera cómoda y sencilla. Frutas y verduras peladas, lavadas y envasadas, sin aditivos, sin conservantes, frescos… En definitiva, presentan todo un abanico de ventajas para el consumidor final, sobre todo en cuanto a comodidad se refiere.

Las conclusiones del estudio muestran que los productos de IV gama están aportando valor al consumo de frutas y verduras gracias a estas cualidades que valoran positivamente:
 

• Ahorro en tiempo de preparación al estar ya envasados y listos para consumir. El consumidor se ahorra el tiempo y trabajo de lavar y cortar.
• El producto está más limpio.
• Información relevante sobre la vida útil del mismo, gracias a la impresión de la fecha de consumo.
• Tienen la posibilidad de encontrar variedad de verduras en un mismo envase.
• Les permite comprar productos que no se consiguen con ninguna otra presentación.

Ahora bien, no todo son ventajas. Los entrevistados mencionaron algunos aspectos menos positivos a señalar de las verduras IV gama:

• Piensan que el sabor no es igual que el de las verduras a granel.
• El precio es mayor y hay menos cantidad
• Suponen pérdidas de vitaminas al vender el producto ya cortado.
• Para el uso que se da, las porciones son grandes.
• Y consideran que estas verduras pueden llevar conservantes y aditivos para aumentar su vida útil. Aunque no los lleven.

El espacio para la oportunidad

Las diferencias de consumo a ambas orillas del Atlántico tienen en el conocimiento limitado del producto una de las explicaciones más latentes. No debemos olvidar que no existe una idea de grupo unitario de productos, con lo que al consumidor le es difícil identificarlo como una alternativa.

Por lo pronto, muchos “cocineros habituales” ya han aceptado de forma moderada su consumo. Pero siguen existiendo grupos de consumidores que no los elijen. Para ello, existen aspectos de optimización que deben ser tenidos en cuenta por el sector, a la vista del estudio:

• Producto: promover y reforzar el atractivo del producto, incidiendo en la presencia y la visibilidad. Las mejoras en estos aspectos deben ayudar a que la percepción sobre si es un producto natural o no quede resuelta. Son productos sin aditivos ni conservantes y el consumidor no debe tener dudas.
• Envase: que sea transparente para ver el producto desde todos los ángulos; que ocupen poco espacio. El diseño debe tener en cuenta la posibilidad de tener diferentes cantidades de producto y cubrir las necesidades según el lugar de consumo –en casa o en el exterior-, etc.
• Comunicación: aportar más información acerca de las características de estos productos (señalar que son sin aditivos, sin conservantes, proporcionar el origen, fecha de envasado y vida útil) para generar mayor confianza.

Los productos IV gama son una gran oportunidad para el mercado: tienen aún un elevado desarrollo por delante y pueden alcanzar una mayor cuota de mercado. Hablamos de toda una oportunidad de negocio: existen sectores de la sociedad que demandan estos productos prácticos y naturales. Grupos que están dispuestos a pagar un poco más por lo mejor y donde sólo es cuestión de tiempo la aceptación y adaptación del resto de los consumidores.