En las últimas fechas se han conocido las iniciativas que la Comisión plantea para la actualización de las normas de comercialización de productos agroalimentarios, estas medidas se enfocan en dos direcciones, por una parte, para dar respuesta a las necesidades manifestadas por los consumidores y por otra, para apoyar las actividades en busca de la sostenibilidad en el sector agroalimentario. Comentamos en el artículo algunos de los puntos más relevantes.
Antes de entrar en materia conviene que recordemos que estamos a la espera de la legislación alimentaria específica que dará forma a los sistemas alimentarios sostenibles. Como decía desde que se publicó la Estrategia de la Granja a la Mesa se preveía el desarrollo de un reglamento para la regulación sobre los sistemas alimentarios sostenibles, en la que se desarrollará especialmente lo concerniente al:
- Etiquetado de la sostenibilidad de los productos alimenticios
- Criterios mínimos para la adquisición pública sostenible de alimentos
- Gobernanza y el seguimiento
En línea con la iniciativa que habrá de concretarse entre 2023 y 2024 desde la Comisión Europea se trabaja en la revisión de legislación que también repercute en la sostenibilidad, en particular se prevén cambios en las siguientes áreas:
Etiquetado del origen, en este punto se trata de dar continuidad a lo ya previsto en la legislación alimentaria de información al consumidor (Reglamento 1169/2011) y su desarrollo posterior (Reglamento 775/2018) para conseguir transmitir una información más clara y concreta para productos como la miel, los frutos secos, los plátanos maduros, y las frutas y hortalizas acondicionadas, transformadas y cortadas (por ejemplos, bolsas de hojas de ensalada). Se dará cobertura a la demanda social, tanto de los consumidores finales, como de los productores de estos alimentos en la UE. Podremos encontrar la información del país, o los países de origen en la etiqueta y estas medidas tendrán un impacto doblemente positivo para los consumidores y para el sector agropecuario en la propia UE.
En el caso del desperdicio de alimentos también se trabaja en medidas legislativas que puedan contribuir a la reducción de los residuos alimentarios y de envases. No obstante, en este caso es importante ver en el ámbito nacional como evoluciona el proyecto de Ley de prevención de las perdidas y el desperdicio alimentario puesto que ambas iniciativas se centran en la misma materia.
La Comisión Europea quiere optimizar el aprovechamiento de las llamadas frutas y hortalizas «feas» (con defectos externos, pero aptas para su consumo) que puedan ser vendidas de forma directa por los agricultores. También otras actuaciones en línea muy similar a la que se prevé en la legislación española, como es el caso de productos donados que estarán exentos de los principales requisitos de etiquetado, reduciéndose considerablemente los elementos burocráticos y agilizando las posibles donaciones.
El azúcar toma protagonismo en algunas medidas previstas para los zumos de fruta con la incorporación de la mención «sin azúcares añadidos» para que los consumidores sean conscientes de otra diferencia en cuanto a la presencia de los azúcares añadidos en los néctares de fruta y su ausencia en los zumos al no estar permitidos, tal y como se establece en la norma de calidad. También poniendo el foco en el azúcar, aunque en un sentido inverso, en el caso de las confituras el contenido de fruta pasará de 350 gramos a 450 gramos como mínimo (a 550 gramos en el caso de aquellas de calidad extra) por kilo de producto final.
Contexto global para la sostenibilidad agroalimentaria en la UE
Estas medidas que en primera instancia asociamos con la calidad de los productos agroalimentarios en la Unión Europea, también conectan con la sostenibilidad en la medida van a contribuir a la promoción de productos sostenibles tal y como se plantea desde la Estrategia «De la Granja a la Mesa» y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Las propuestas de la Comisión apuestan por la combinación de la calidad, las demandas de los consumidores, la innovación y también por la atención a otras inquietudes sociales.
Hasta que dispongamos de un marco regulatorio concreto para los sistemas alimentarios sostenibles en la Unión Europea es fundamental que se den pequeños pasos en la dirección adecuada, haciendo posible una futura convergencia de estos pasos con el salto que supondrá el futuro reglamento marco para los sistemas alimentarios sostenibles que de acuerdo con las previsiones de la Comisión Europea.
Por último y en total acuerdo con lo expresado en el Informe de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo “Aplicación de las normas de la Unión en materia de salud y medio ambiente a los productos agrícolas y agroalimentarios importados”, es necesario afrontar una transición hacia sistemas alimentarios sostenibles y resilientes. Debemos tener en cuenta que el planteamiento de normas y objetivos ambiciosos en materia de salud, medio ambiente y sostenibilidad no son intereses propios de la Unión, sino que todos ellos contribuyen a la consecución de objetivos legítimos en cuestiones que preocupan a nivel mundial y que contribuirán en la consecución de un sistema alimentario sostenible global.
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