Teresa Cercós, Directora de Operaciones en Importaco, lidera a más de 1.000 profesionales en siete países con una visión centrada en la excelencia operativa y la innovación colaborativa. Doctora en Farmacia y Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Teresa Cercós está al frente del centro tecnológico de la compañía, desde donde impulsa proyectos de I+D. En esta entrevista, comparte su trayectoria, reflexiona sobre los retos del liderazgo en entornos industriales y destaca el valor de la confianza, la diversidad y la colaboración como pilares para afrontar los desafíos actuales del sector agroalimentario.
¿Podrías contarnos brevemente tu trayectoria profesional y cómo llegaste al puesto que desempeñas actualmente?
Creo que el punto de inflexión en mi trayectoria fue la decisión de realizar la tesis doctoral. Durante ese periodo aprendí a profundizar en el conocimiento, a buscar conexiones entre distintas áreas, a liderar con autonomía, a ser resiliente y a mantenerme firme en la consecución de un objetivo a largo plazo. Aprendí también a pedir ayuda, a construir alianzas y a gestionar la incertidumbre. Todas esas habilidades han sido fundamentales en mi vida profesional.
Empecé en un entorno muy normativo, que no terminaba de motivarme, así que decidí dar un giro hacia un puesto como directora de calidad en la que hoy sigue siendo mi casa, Importaco, empresa a la que llevo vinculada más de 27 años. En aquella etapa inicial, tuve que desenvolverme en un entorno mayoritariamente masculino, con una disciplina como la calidad que apenas estaba en sus inicios en nuestro sector. Ganarme el respeto no fue fácil: me enfrenté a estereotipos, me resistí a ser tratada como “la xiqueta” y me vi obligada a construir un estilo propio, equilibrando firmeza, con empatía, exigencia, con cercanía.
Lo que nunca he perdido es el propósito de ayudar a las personas, un valor que me inculcaron mis padres desde pequeña. Poco a poco fui avanzando, aprendiendo de cada caída, levantándome siempre con más fuerza. Como decía mi madre: “las mujeres de esta familia somos fuertes y valientes”. Hoy, esas palabras siguen guiando mi camino.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor reto que has afrontado como mujer en tu carrera profesional y cómo lo superaste?
Uno de los mayores retos ha sido tomar conciencia de mi singularidad como mujer. En mi entorno familiar nunca hubo distinciones: mis padres compartían las tareas, ambos trabajaban, y crecí creyendo que el género no condicionaba nuestras oportunidades. Pero pronto entendí que no siempre sería así.
Recuerdo la primera vez que un proveedor se negó a estrecharme la mano por motivos religiosos. Fue uno de esos momentos que te hacen ver que aún queda camino por recorrer. También he vivido cómo el estilo de liderazgo femenino a veces descoloca en entornos más tradicionales. Las mujeres lideramos de manera diferente: con empatía, desde la colaboración, con una escucha activa que a veces no encaja en modelos jerárquicos.
Tuve la suerte de contar con un mentor como Paco Pons, que supo ver más allá del género y confió en mí desde el principio. Su liderazgo inspirador e integrador me dio la oportunidad de crecer, y por ello siempre estaré agradecida.
¿Qué aspectos de tu trabajo te resultan más gratificantes o motivadores en el día a día?
Sin duda, lo más gratificante es ver crecer a las personas. Acompañar a los equipos, ver cómo se desarrollan, cómo se sienten valorados, cómo disfrutan con lo que hacen… Eso me emociona y me llena de sentido. Siempre he creído que las personas son el corazón de las empresas, y por eso mi estilo de liderazgo está muy enfocado en lo humano.
Para mí, no hay logro profesional que supere la satisfacción de saber que has contribuido al bienestar y al desarrollo de quienes me rodean. Me siento en deuda con todas las personas que me ayudaron en mi camino, y mi forma de agradecerlo es acompañar ahora a otros y devolver lo recibido.




