Desde el comienzo de la crisis económica la tasa de natalidad se ha reducido significativamente en España. Hemos pasado de 520 mil nacimientos en 2008 a 426 mil niños nacidos en 2014 (datos del INE). El mercado de la alimentación infantil se ha visto inevitablemente afectado por estos datos. Se prevé que el número de nacimientos continúe disminuyendo en los próximos años.
La disminución de la tasa de natalidad supone un reto para el mercado de la alimentación infantil, al que se une un consumidor (padres) muy informado y con altas exigencias en relación a la calidad de los productos de alimentación para sus hijos. Si la tendencia alimentaria general busca productos más saludables, enriquecidos y naturales, que también satisfagan el componente hedónico y emocional y se adapten a los hábitos actuales de vida (conveniencia y practicidad). ¿Cómo está dando respuesta la industria alimentaria que desarrolla alimentos infantiles estos retos?
Cuando hablamos de leches para lactantes, lo hacemos concretamente de leches de inicio (0-6 meses) y las leches de continuación (6-12 meses). Este tipo de leches hacen frente a las diferencias inherentes entre la leche materna y la leche de vaca a través de un enorme esfuerzo enfocado en reducir las diferencias entre ambas. A consecuencia, la industria avanza en el perfeccionamiento del perfil nutricional de las leches de fórmula y se consolida en la mejora de las concentraciones de nutrientes, sobre todo las proteínas.
Según la consultora Mintel, en su informe “Protein used in infant milk” las proteínas del suero de la leche, la caseína y otras proteínas se incluyeron en el 62% de las fórmulas para bebés en los productos lanzados al mercado a nivel mundial entre noviembre de 2010 y octubre de 2015. Un ejemplo de ello lo encontramos en la leche para lactantes que producen las marcas Morinaga Step 1 Baby Milk Powder de Vietnam y Firmus Super Zhen Ai Protection Infant Formula Milk Powder Stage One de China que añaden a sus fórmulas la proteína Lactoferrina, abundante en la leche materna.
Mientras, en Europa se potencia el uso de las leches bajas en grasas como ingrediente principal del 44% de las nuevas formulaciones.
A lo anterior hay que añadir la creciente importancia de las leches de crecimiento para el sector. Esta nueva categoría añade un eslabón de leches adaptadas y mantiene al consumidor infantil más tiempo.
En este punto se enfoca el informe Mintel “Focus on Growing-up Milk” y añade que mediante la fortificación y mejora de la composición nutricional, las leches de crecimiento se posicionan como un alimento adaptado para la nutrición específica de cada edad del niño, ofreciendo además mayores beneficios para la salud que leche de vaca genérica, principalmente en algunos aspectos como el refuerzo de la inmunidad, ayuda al desarrollo del cerebro y al fortalecimiento de los huesos.
Fuente MINTEL
Pero la leche no es el único producto infantil al que se le añaden propiedades funcionales.
Para dar respuesta a las carencias nutricionales de la alimentación en todas las edades infantiles, la industria apuesta por el desarrollo de alimentos que incorporan propiedades funcionales.
Los objetivos que persiguen son variados: un mejor desarrollo óseo o el fortalecimiento de los huesos, la mejora del desarrollo cognitivo, el aumento de los niveles de energía o incluso proporcionar ayuda para dormir mejor, entre otras.
Los ingredientes que se incorporan a cada fórmula son diferentes (proteínas, vitaminas, antioxidantes, calcio, ácidos grasos esenciales, etc.), buscando entre ellos, aquellos que aporte los nutrientes que mejor se adapten a los diferentes grupos poblacionales incluyendo a bebés, niños y adolescentes. (Leches, yogures, cereales, cremas untables, etc.)
Los hábitos de alimentación saludables implican tanto corregir las deficiencias en cuanto a nutrientes como compensar los excesos de una alimentación inadecuada. Sobre cómo adaptar los alimentos a los gustos y particularidades del público infantil y adolescente se lleva trabajando mucho tiempo en el sector (un ejemplo es el proyecto europeo HELENA del que fuimos partícipes y cuyos resultados referenciamos en Tecnoalimentalia, en el artículo: “Los hábitos alimenticios de los adolescentes europeos al descubierto”). El estudio más reciente con resultados interesantes se ha realizado en Australia. Sus conclusiones son extrapolables a los hábitos de vida y alimentación de los niños de otras zonas y países.
El estudio realizado por la Universidad de Adelaida en Australia a más de 430 niños del sur de Australia de entre 9 y 10 puso de manifiesto una serie de cuestiones, tales como:
• Elevados consumos de azúcares y sal.
• Consumos inferiores a los recomendados de frutas, verduras y alternativas no procesadas, de carne o proteínas (tales como huevos, nueces, garbanzos o lentejas).
• Insuficiente consumo de fibra.
• Inadecuado consumo de lácteos en las niñas, ya que éstas necesitan comer más productos lácteos para el cuidado de su densidad ósea de cara a la pubertad.
El Dr. Melissa Whitrow, principal autor del estudio afirma, "Sabemos que una dieta poco saludable es un elemento clave para la obesidad y también allana el camino para otros problemas de salud en la edad adulta"
La apuesta por una alimentación más saludable según el propio Dr. Melissa Whitrow pasa por escoger alimentos con un menor contenido en grasas, azúcar o sal, así como animar a los niños a probar gran variedad de alimentos (dieta equilibrada y variada).
El desarrollo de alimentos orientados a un público infantil y juvenil que, sin dejar de dar respuesta a sus gustos y demandas, aporte una alimentación saludable, es otro desafío para este mercado de alimentos.
A las nuevas formulaciones que reducen los contenidos en grasa, azúcares y sal; la industria alimentaria añade la introducción de nuevos ingredientes con un valioso aporte de nutrientes y que pueden suponer el descubrimiento de nuevos sabores y el desarrollo de nuevas texturas.
La oferta de alimentos infantiles no puede olvidar un valor imprescindible para su consumo como es el sabor. Por eso alimentos saludables que por su sabor son rechazados por el público infantil (pescado, frutas y verduras) se camuflan en aquellos alimentos más aceptados por los pequeños como (pizzas, panes y postres).
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