Piensa en un restaurante. Decenas de personas en la sala, pidiendo suculentos platos. Otros tantos camareros atendiendo a los clientes y una puerta al fondo de la sala que cada vez que se abre, nos descubre un universo paralelo de cocineros veloces, de bullicio… una banda sonora de rugiente aceite. El alma de un restaurante es su cocina. Y por ello todo lo que allí ocurre es tan importante para el negocio y para el cliente. La necesidad de una buena gestión y un buen procesamiento de los productos.
Se están produciendo revoluciones en el sector de la restauración que muestran un modo distinto de consumir los productos, no sólo en nuestras casas. Tanto la comercial (salones de banquetes, restaurantes…), como la social (colegios, residencias…), están viendo como los productos que han sido elaborados –aunque sea mínimamente- se combinan entre sí y son usados en las cocinas de estos establecimientos.
Cocina de ensamblaje
La razón es muy sencilla: los productos de IV y V gama permiten que hoy este tipo de restauración cuente con productos más sencillos de usar, con menos merma y con las propiedades de los productos frescos. Ha dado paso a una nueva “cocina de ensamblaje” que prepara platos a partir de productos que han sido elaborados con esas técnicas que abrían este parágrafo.
La IV gama se refiere especialmente a esas frutas y verduras que han sido levemente tratadas y envasadas en una atmósfera protectora, listas para consumir. Lavar, cortar y envasar; un proceso que permite un consumo más práctico con las mismas propiedades.
La V gama es algo distinta, son productos cocinados que se envasan al vacío, refrigerados o congelados, y que sólo deben calentarse en un horno microondas o convencional. La pasteurización que se les aplica permite la conservación a temperaturas bajas. Así, con este tipo de productos pueden elaborarse nuevos platos de manera fácil y práctica.
Una revolución con ventajas
Pero, ¿qué ventajas tiene esa cocina de ensamblaje? Aumenta la funcionalidad y la facilidad de uso de las materias primas de los platos. Imagina que en tu casa elaboras una comida de domingo con recetas a base a este tipo de productos. Lo mismo ocurre en la restauración: productos más prácticos, ahorro de tiempo en la preparación y en la manipulación… y menos mermas y residuos.
Si a eso le sumamos obtener productos realizados con alimentos saludables, naturales y que conservan sus propiedades, la perspectiva es completa para consumidores y restauradores. Y además, usar este tipo de productos no va en detrimento de la cocina tradicional, es una alternativa más a disposición de los restauradores y de los consumidores.
La opción de este tipo de productos tiene su traducción en los costes, ya que el ahorro en tiempo, mermas e ingredientes o partes del plato, puede suponer beneficios para empresarios y consumidores.
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