La demanda de soluciones más sostenibles y eficientes en la industria farmacéutica ha impulsado la incorporación de tecnologías limpias para la obtención de ingredientes activos. Una de las más avanzadas y versátiles es la extracción mediante fluidos supercríticos (FSC), en especial con dióxido de carbono (CO₂). Esta técnica permite obtener principios activos (APIs) de alta pureza, minimizando el uso de disolventes orgánicos y respetando la integridad de las moléculas más sensibles.
Papel de los fluidos supercríticos (FSC) en la obtención de principios activos
Los fluidos supercríticos, especialmente dióxido de carbono (CO₂ SC), representan una tecnología innovadora y sostenible para la extracción de APIs:
- El CO₂ en estado supercrítico combina: gas, propiedad que le da alta difusión, y líquido, que le confiere gran poder disolvente, permitiendo una solubilidad ajustable mediante presión y temperatura
- Como solvente, el CO₂ es no tóxico, no inflamable y completamente reciclable, eliminando la necesidad de disolventes orgánicos y residuos contaminantes .
- Opera a temperaturas moderadas sin presencia de oxígeno, lo que preserva moléculas sensibles al calor, como vitaminas, antioxidantes y otras sustancias bioactivas.
- Es altamente selectivo, ideal para aislar APIs específicos o fraccionar compuestos según su perfil químico.
- Permite inactivación microbiológica sin calor extremo, útil en materias primas que requieren eliminación de patógenos.
En la plataforma ALTEX de AINIA, este método se aplica desde escala piloto hasta planta industrial (20 L–1 000 L), con certificaciones ECO y GMP, garantizando la viabilidad técnica y económica del proceso.
Una tecnología clave para una industria farmacéutica más limpia y competitiva.
La extracción mediante fluidos supercríticos se ha consolidado como una tecnología clave para la obtención de principios activos en la industria farmacéutica. Su capacidad para combinar eficiencia, sostenibilidad y seguridad la convierte en una alternativa real a los métodos tradicionales, especialmente en un contexto donde la pureza del producto, el respeto medioambiental y el cumplimiento normativo son prioritarios. Además, su versatilidad abre la puerta a nuevas aplicaciones en sectores como la alimentación, la cosmética o la biomedicina, reafirmando su papel como herramienta transversal de innovación industrial. Esta tecnología se integra en procesos adaptados a las necesidades reales de las empresas, contribuyendo a una industria más limpia, competitiva y preparada para el futuro.
Otras aplicaciones de los fluidos supercríticos
Los fluidos supercríticos (FSC) se están consolidando como una herramienta versátil más allá del sector farmacéutico. A continuación, algunas de sus principales aplicaciones:
- Procesamiento de subproductos vegetales: La extracción con CO₂ supercrítico o agua subcrítica permite valorizar residuos agrícolas, como pieles de cebolla, salvado de arroz, cáscaras de frutos secos o posos de café, obteniendo flavonoides, azúcares y compuestos bioactivos con alto valor funcional
- Sustancias funcionales para sectores alimentario y cosmético: Además de APIs, los FSC facilitan la obtención de extractos naturales puros para la industria alimentaria y cosmética: aceites esenciales, antioxidantes, pigmentos o ingredientes activos funcionales
- Producción de nanopartículas y micropartículas terapéuticas: Tecnologías innovadoras como SAS o DELOS emplean CO₂ supercrítico para generar micro/nanopartículas, aerogeles y sistemas de dosificación avanzada. Se usan en terapias inhalables, administración oral y delivery controlado de APIs
- Materiales biomédicos y aerogeles: El secado supercrítico con CO₂ permite producir aerogeles porosos y biocompatibles, por ejemplo, a base de almidón, quitosano o celulosa, adecuados para aplicaciones biomédicas: soporte para regeneración de tejidos, sistemas de liberación de fármacos y apósitos médicos
- Química verde y valorización de residuos: Los FSC se integran en procesos de economía circular, por ejemplo, extracción de valiosos componentes de residuos de construcción para fabricar aerogeles aislantes—reduciendo costes y huella de carbono hasta en un 40 %.




