La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de transformar los sistemas alimentarios, para que sean más resilientes y respeten los límites planetarios. Por ello, desde EU un grupo de 14 expertos en alimentación, agricultura y políticas de I+D de distintas organizaciones, ha planteado una batería de medidas desde la I+D para acelerar la recuperación de la pandemia en Europa y “reconstruir mejor” que se recogen en un informe. Desde AINIA hemos participado en este grupo de expertos aportando nuestro conocimiento en el ámbito de biotecnología y del sector agroalimentario.
El modo en que producimos y consumimos los alimentos tiene un impacto directo sobre nuestra salud y sobre el medio ambiente. Basta con mirar algunos datos para darse cuenta de la urgencia de una reforma del sistema:
- El 8% de la población está desnutrida, mientras que un número cada vez mayor tiene sobrepeso u obesidad.
- La alimentación y la agricultura son responsables de hasta un 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de los planes europeos para reducir estas emisiones.
- Aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se desperdician, con un coste de casi un billón de euros.
- La diversidad está en peligro: un millón de especies de plantas y animales se enfrentan a la extinción, mientras que nuestros hábitos alimentarios están tan concentrados que un 60% de las calorías que ingerimos vienen de sólo tres granos: arroz, maíz y trigo.
Estos no son problemas nuevos, pero la pandemia del COVID-19 ha acelerado su urgencia, poniendo de manifiesto la necesidad de transformar los sistemas alimentarios, para que sean más resilientes y respeten los límites planetarios.
La Unión Europea, consciente de estos retos, ha lanzado diversos planes como el Pacto Verde, Biodiversidad, De la granja a la mesa o el de Economía Circular. Además, es claro que el éxito en la transformación de los sistemas agroalimentarios vendrá desde la investigación y desarrollo, para lo cual se ha organizado un grupo de expertos europeos*, en el que ha participado AINIA, y que ha realizado un ejercicio de prospectiva y ha definido el camino a seguir.
Las 5 conclusiones del Informe «Resiliencia y transformación» sobre la política de investigación alimentaria y agrícola de la UE

Las conclusiones del informe incluyen recomendaciones específicas para Horizonte Europa, así como una declaración de los líderes políticos europeos. A continuación, se destacan las cinco conclusiones clave del informe.
- Establecer los objetivos para alcanzar un mundo más seguro y justo: Para abordar los retos planteados, la I+D debe definir objetivos claros para el futuro. El informe incluye una lista de los 11 retos más relevantes para un mundo más seguro y justo.
- Incorporar múltiples enfoques, puntos de vista y áreas de conocimiento: La I+D es un facilitador clave de la transformación de los sistemas agroalimentarios, que puede tomar múltiples formas. Es vital que el enfoque sea multisectorial, multidisciplinar y multiactor, para avanzar al mismo tiempo en materia de salud, sostenibilidad, clima e inclusión.
- Mejorar la dieta y la nutrición a través de la I+D: Se necesita un programa extensivo de I+D para mejorar las dietas y la nutrición en toda Europa. Comemos entre 2,5 y 3 veces más carne que lo recomendado, con impactos negativos sobre nuestra salud y nuestro planeta. Esto se debe a muchas razones, y la investigación puede ayudar a entender las causas y guiar la necesaria acción gubernamental, desde la concienciación y educación hasta la tecnología y la nutrición.
- Alcanzar la circularidad en el suministro de alimentos a través de I+D: El suministro de alimentos puede alcanzar la circularidad, deteniendo las prácticas de desperdicio y con el eco-diseño de los productos y procesos. En este sentido, es clave la I+D en el ámbito de la agroecología: por ejemplo, los agricultores pueden trabajar para mejorar la biota del suelo de forma natural, mediante prácticas de cultivo y haciendo uso de los microbiomas
- Fomentar la diversidad para lograr una mayor resiliencia de la sociedad y la economía: Para conseguir una mayor resiliencia de la sociedad y la economía, necesitamos más diversidad: en lo que comemos, cultivamos y pescamos, en cómo estructuramos la sociedad y co-creamos soluciones.
La biotecnología como palanca para la recuperación de la pandemia en Europa
Desde AINIA hemos participado aportando la experiencia en el ámbito de la biotecnología y el conocimiento del sector agroalimentario. Esta aportación ha quedado recogida en los anexos al informe, y contiene siete mensajes principales:
- Aportar valor al sector agroalimentario: Las ciencias de la vida en general, y la biotecnología en particular, pueden aportar gran valor al sector agroalimentario, especialmente en los siguientes ámbitos: producción y seguridad en el suministro de alimentos, seguridad alimentaria, alimentación saludable y sostenible, y biodiversidad.
- Buscar fuentes de proteínas alternativas: En lo que se refiere a la producción de alimentos y seguridad del suministro, la contribución incluye las fuentes de proteínas alternativas tales como insectos, proteínas vegetales, carne in vitro o proteína microbiana (single cell protein). La ingeniería genética proporciona cultivos más eficientes y sostenibles. La sustitución de plaguicidas y fertilizantes convencionales por otros de origen biotecnológico puede ayudar al desarrollo de la producción de alimentos orgánicos o ecológicos, la reducción de las emisiones de CO2 e incluso proporcionar soluciones a enfermedades y plagas sin tratamiento conocido.
- Aportar nuevos antimicrobianos para luchar contra patógenos alimentarios: La biotecnología contribuye también a la seguridad alimentaria, aportando nuevos antimicrobianos para luchar contra patógenos alimentarios, como enzimas, bacteriocinas, péptidos antimicrobianos o fagos y sus endolisinas. Estos desarrollos también contribuyen a luchar contra las resistencias antimicrobianas.
- Conseguir ingredientes bioactivos y alimentos funcionales: Un campo especialmente interesante en el área de alimentación saludable es el de los ingredientes bioactivos y alimentos funcionales, que tienen un impacto positivo en la salud de grupos de población específicos con necesidades especiales (personas mayores, niños, deportistas, mujeres embarazadas, menopausia, pacientes hospitalarios u oncológicos…).
- Recuperar los compuestos de valor y la energía de los residuos alimentarios y de las aguas residuales: La sostenibilidad y circularidad en los sistemas alimentarios es también un campo para la biotecnología. El tratamiento biológico de residuos alimentarios y de las aguas residuales de la industria alimentaria, precedido por la recuperación de los compuestos de valor y la energía contenidos en ellos, es fundamental para el concepto de biorrefinería basada en residuos. Estos compuestos de valor incluyen los químicos biobasados, que pueden, a su vez, ser transformados a biopolímeros.
- Proporcionar herramientas para caracterizar, recopilar y almacenar la diversidad genética: La biotecnología también puede contribuir a la biodiversidad de varias formas, por ejemplo, proporcionando herramientas para caracterizar, recopilar y almacenar la diversidad genética. El análisis de datos genómicos y transcriptómicos pueden proporcionar información de valor para gestionar la adaptación y la resiliencia al cambio climático. La biodiversidad puede ayudar también a la agricultura, utilizando consorcios de microorganismos para que la fertilización sea más efectiva y los cultivos más resistentes a la sequía. Finalmente, la biotecnología puede inspirarse en la naturaleza para diseñar nuevos materiales (los materiales bioinspirados), con propiedades novedosas y avanzadas.
- Abordar retos para la investigación: Se han identificado retos para la investigación en los siguientes campos: nuevas fuentes de proteínas, nuevos antimicrobianos, ingredientes bioactivos, biopesticidas alternativos, bioplásticos, biorrefinerías, tratamiento biológico de corrientes residuales o alimentos fermentados.
*El grupo de 14 expertos fue iniciado por SCAR (Standing Committee of Agricultural Research), fundado en 1974 por una regulación del consejo de la UE, para aconsejar a los estados miembros y a la comisión sobre investigación en agricultura. El grupo fue liderado por Gianluca Brunori, profesor de política alimentaria y bioeconomía en la Universidad de Pisa.







