Nuevos datos de la “European Health Interview Survey”, muestran que el 51.6% de los adultos europeos (mayores de 18) tenía sobrepeso en 2014, siendo el 15.9% obeso. El análisis realizado indica que la obesidad depende del rango de edad y del nivel educacional. ¿Qué estamos haciendo para luchar contra la obesidad? Reformular los productos alimentarios e informar, y formar, al consumidor son algunos de los factores clave.
Según un estudio publicado en la publicación científica The Lancet, en España el ritmo de crecimiento de esta enfermedad es semejante al que lleva Estados Unidos.
El estudio, llevado a cabo desde 1975 a 2014, se basa en información del índice de masa corporal de caso 20 millones de hombres y mujeres (adultos) de 186 países. Concluye que más de 641 millones de personas en el mundo (alrededor del 9% de la población total). En España, un 27.5% de los hombres y un 25.8% de las mujeres sufría obesidad en 2014.
El estudio estima que, de seguir esta tendencia, en 2025 aproximadamente el 18% de los hombres y el 21% de las mujeres sufrirá problemas de peso. Según el estudio, las mujeres son las que, en porcentaje, más se han sumado a este problema pasando de un 6.4% a un 14.9%.
Según Ana Belén Crujeira del Hospital Clínico de Santiago de Compostela y del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) de Obesidad y Nutrición, y quien ha contribuido al estudio, entre el 15 y el 18% de los niños es obeso.
Las recomendaciones generales de la OMS (Organización Mundial de la Salud), dirigidas a la población, para combatir la obesidad se basan en la alimentación y el ejercicio físico diario:
Por otra parte, la OMS insta a los Estados Miembros a que establezcan medidas para fomentar una dieta equilibrada y hábitos de vida saludables. En concreto, en 2016, la Comisión para acabar con la obesidad infantil ha publicado un informe en el que se indican recomendaciones para combatir la obesidad infantil al tiempo que hace un llamamiento a los gobiernos para que tomen cartas en el asunto. Las acciones se resumen en la siguiente gráfica:
En cuanto a la promoción del consumo de alimentos saludables, se han definido 9 iniciativas entre las cuales se encuentra:
A nivel nacional, tanto la administración pública como los fabricantes de alimentos y bebidas, y otros stakeholders están sensibilizados con esta enfermedad.
La Estrategia NAOS lleva desde 2005 desarrollando acciones diversas para proteger la salud de la población, en base a evidencias científicas y promoviendo, entre otras, la reformulación de productos. La AECOSAN pertenece al Grupo de Alto Nivel de la Comisión Europea focalizado en la reformulación de productos alimentarios para combatir la obesidad, el cual ha elaborado recomendaciones para reducir el contenido en sal, grasas saturadas y azúcares añadidos,
El impulso de la reformulación de productos a nivel europeo se ha reforzado en los últimos años para hacer más “fácil, la elección más saludable”. De esta forma, el pasado mes de febrero, los Estados Miembros acordaron una Hoja de ruta para la acción para la mejora de los productos alimenticios con el fin de acelerar compromisos y ampliar la oferta de alimentos y bebidas reformulados más saludables.
Por otra parte, tras cuatro años de trabajo, esta semana se ha clausurado la campaña promovida por el MAGRAMA, “Mediterraneamos 2016“, cuyo objetivo era el promocionar la dieta mediterránea y favorecer los hábitos de vida saludables entre los alumnos de Primaria y Secundaria.
Esta misma semana, en Andalucía, el Consejero de Gobierno ha aprobado un anteproyecto de ley para fomentar una vida saludable y frenar la obesidad. Entre otras medidas, este anteproyecto contempla acciones alineadas con las recomendaciones de la OMS: fomentar los menús saludables en los comedores escolares y promover entre los menores la necesidad de realizar cinco horas semanales de ejercicio físico.
El interés de los consumidores por dietas específicas para bajar de peso como son las dietas sin arroz o la dieta “sirtfood”, indican que están dispuestos a incorporar nuevos productos a la dieta y a cambiar ciertos aspectos de sus estilos de vida para bajar de peso.
Por otra parte, es interesante tener en cuenta al diseñar un producto o comercializar el mismo que los consumidores siguen las dietas o los productos que consumen los amigos o influenciadotes.
En cuanto a los productos diseñados para perder peso se encuentran alimentos con pocas calorías y capacidad saciante que consiguen disminuir la ingesta de calorías a lo largo del día, así como los sustitutos de comidas.
Según Mintel, las categorías de productos lanzados al mercado con alegaciones relativas a la pérdida de peso son, principalmente, productos sustitutivos de las comidas, complementos vitamínicos y dietéticos así como snacks con un contenido calórico reducido, pasta y té.
En lo referente a snacks, se ha producido un incremento en el lanzamiento de productos on-the-go con frutas y hortalizas. Los snacks con un efecto saciante están ganado popularidad. Según MINTEL, entre septiembre de 2012 y agosto de 2016, la categoría de snacks supuso el 25% de los productos lanzados al mercado con el claim saciante.
El análisis de Mintel las alegaciones en bebidas para el control de peso muestra que el 80% de los productos lanzados desde 2014 dicen ser adelgazantes. En cuanto a los ingredientes, el 32% de los productos tienen elevado contenido proteico y el 21% alegan tener alto contenido en fibra. El uso de proteínas y fibra en los productos para controlar el peso está muy extendido dado su capacidad saciante.
Dado que el consumidor reconoce la capacidad de las proteínas para inducir la saciedad, además de otras virtudes, es un aspecto importante a tener en cuenta en la formulación de productos dirigidos a personas que deseen o necesiten reducir peso. Las proteínas que más se suelen emplear en bebidas con las lácteas.
En cuanto a la reducción de la ingesta de azúcares, como ya comentamos en el artículo ¿Cómo endulzas la innovación?, existe una preocupación por parte de los distintos agentes de la cadena por la reducción en el consumo de azúcares añadidos.
En este sentido, una alternativa al azúcar añadido en los productos lácteos es el uso de la enzima lactasa. Ésta es capaz de hidrolizar la lactosa en sus dos monosacáridos, glucosa y galactosa, aumentando así el índice edulcorante sin que ello suponga un incremento en la cantidad total de azúcar ni en las calorías. De esta forma, el uso de lactosa puede reducir el contenido de azúcares añadidos; por ejemplo, para un yogur modificado con lactasa sería suficiente añadir entre el 5% o 6% de azúcar, mientras que si no está tratado, los porcentajes son entre 7 y 7.5% para conseguir el mismo índice de dulzura.
Tan importante son las características nutricionales del producto como su comprensión por parte del consumidor. El etiquetado es la vía de comunicación entre fabricante y consumidor final por lo que es necesario cuidar la información que se plasma.
En el marco Europeo, el próximo mes de diciembre entra en vigor el Reglamento (UE) 1169/2011 relativo al etiquetado nutricional, por el que se establece la obligatoriedad de incluir la tabla de información nutricional del alimento, en la que se incluye:
En Estados Unidos, la FDA (Food and Drug Administration) ha decidido cambiar el etiquetado nutricional de los alimentos (de entrada en vigor en 2018). Desde el punto de vista de la grasa, se elimina la información relativa a la cantidad de calorías aportadas por las grasas al considerarse más importante el tipo de grasa que se consume que no la energía que aporta. Uno de los cambios más importantes es la inclusión de los azúcares añadidos, tanto en gramos como en porcentaje de la cantidad diaria recomendada.El pasado mes de agosto, se publicó el Reglamento (UE) 2016/1413 de la Comisión por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables. Se han autorizado dos declaraciones de sustitutivos de una comida para el control del peso:
Ambas se podrán emplear siempre que cumplan: valor energético entre 200 y 250 kcal; valor energético aportado por la grasa inferior al 30%; proteínas, aportarán entre un 25% y un 50%; en cuanto a las vitaminas y minerales, como mínimo un 30% de las cantidades de los valores de referencia de nutrientes de vitaminas y minerales por comida.
Entendiendo al consumidor, sus preferencia y estilo de vida, diseñar productos con bajo contenido en grasas saturadas y azúcares añadidos que no supongan una renuncia al hedonismo. Además, reformular productos introduciendo ingredientes saciantes que induzcan a una menos ingesta de calorías a lo largo del día. En definitiva, desarrollar alimentos saludables alineados con la demanda del consumidor.
Pero de nada sirve desarrollar nuevos productos si no los ponemos en valor. En este sentido son necesarias dos acciones; por una parte establecer políticas de comunicación y marketing claras y que promuevan los hábitos de vida saludables y relacionen los productos alimentarios con una mejora del bienestar. Por otra parte, educar al consumidor final enseñándole a discernir entre los alimentos sanos y los que pueden conllevar un aumento de peso.
Combatir la obesidad implica, en muchos casos, invertir en innovación. Somos capaces, ¿te animas?
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Noemí Vidal (61 artículos)
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