En los últimos años, según el informe de Mintel “Tap into the multiple benefits of functional fibers”, las fibras funcionales están sustituyendo cada vez más a la de origen animal. En concreto, ha pasado del 10% al 16% en los últimos 5 años. A menudo son fibras de origen vegetal como la fibra de guisante o de patata.
Aunque es posible encontrar en el mercado distintos productos alternativos a los cárnicos o pescado, el sabor y la textura sigue siendo uno de los principales retos de las fibras vegetales alternativas a la carne. El 24% de los consumidores canadienses encuestados por MINTEL señalaron la importancia de que las fibras presenten una textura similar a la carne; por su parte, el 41% de los consumidores irlandeses señaló que el sabor de las fibras sustitutas de la carne resulta poco atractivo.
Un ejemplo de los alimentos desarrollados con fibras funcionales es “This Isn’t Chicken Pieces”. Alimento alternativo a la carne a base de proteína de soja y fibra de guisante que se comercializa en Reino Unido. Además, este producto considera otras tendencias del mercado como son es la sostenibilidad ya que se vende en un packaging reciclaje y 90% libre de plástico.
Por otra parte, las fibras pueden ser empleadas para reducir el contenido de azúcar e incluso de grasa en ciertos productos. Así, el uso de los reclamos relativos al bajo contenido en grasa y azúcar se suelen asociar principalmente a alimentos con alto contenido en fibra. En el caso de la confitería, helados o snaks la fibra se convierte en un ingrediente con gran potencial, no sólo por su funcionalidad y efecto beneficioso para el intestino, sino también por mejorar su textura en aquellos alimentos bajos en azúcares.
La inulina y la polidextrosa son dos fibras funcionales aptas para sustituir el azúcar en ciertos alimentos, y además para reconstruir el volumen, textura y sabor del alimento.
La combinación de este tipo de ingredientes ayuda a mejorar los aspectos nutricionales de un producto, especialmente aquellos que ayudan a reducir las grasas y los azúcares. Un aspecto que valoran muy positivamente los consumidores. Estos consideran más importante como “bajo contenido en azúcares”, “en grasas”, “en gasas saturadas” o “en calorías” que “ricos en fibra”.
Las fibras prebióticas ayudan a mejorar la salud intestinal, convirtiéndose este aspecto en un reclamo para los consumidores, quienes cada vez demandan más alimentos saludables, independientemente de cual sea su edad. En Alemania el 62% de los consumidores apuestan por las bebidas o alimentos con este tipo de fibra para mejorar su salud intestinal. Y por su parte, el 47% de los consumidores de Reino Unido mayores de 65 años apuestan más por las dietas ricas en fibra que los adultos más jóvenes.
Conviene señalar cómo los consumidores están buscando activamente productos con ‘etiquetas limpias’, lo que se suele entender como alimentos con menos ingredientes, más naturales y que, por ello, estarían dispuestos a pagar más. Los alimentos ricos en fibra son, generalmente, considerados clean label.
Un ejemplo de este tipo de alimentos lo aporta CP Kelco. Ha lanzado Nutrava Citrus Fiber, una fibra funcional derivada de las cáscaras de cítricos intactas. Esta innovadora fibra ofrece capacidades de gelificación, espesamiento, estabilización y retención de agua. Puede usarse para reemplazar almidón, huevos o aceite en una variedad de recetas. Las posibles aplicaciones incluyen bebidas con sabor a frutas, yogures, aderezos, condimentos, salsas, productos de panadería, carnes y sopas.
En palabras de esta empresa: “En los últimos años, las fibras funcionales han aumentado en popularidad a medida que los investigadores descubren beneficios para la salud y los fabricantes buscan enriquecer sus productos con estos ingredientes conocidos”
Este término hace referencia a los compuestos producidos por bacterias probióticas que ayudan a regular la salud intestinal. Según vayan los consumidores siendo conscientes de sus beneficios las marcas de alimentación encontrarán en este ingrediente una oportunidad de crecimiento.
Un ejemplo de este tipo de productos es la pasta Genius Chickpeas Penne. Está elaborada con garbanzos, raíz de achicoria e inulina. Contiene por tanto el doble de proteína y tres veces más fibra que la pasta tradicional. Otro ejemplo de alimentos con postbioticos son las galletas Nola Chocolate Chips sin gluten y con postbioticos, diseñadas para ayudar a la salud intestinal.
El desarrollo de un nuevo producto o la reformulación sustituyendo ingredientes por otros más saludables, como las fibras funcionales, suele ser una ardua tarea. El análisis de mercado para identificar el nicho a abordar, el desarrollo en si teniendo en cuenta todos los factores funcionales y organolépticos, y la validación de la funcionalidad, implican el diseño de proyectos multidisciplinares. ¿Dispuesto a innovar con garantías?
Noemí Vidal (61 artículos)
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