Cereales, crustáceos, frutos secos, la leche y sus derivados… la lista es larga. Muchos consumidores evitan su consumo por prescripción médica. Bien porque son alérgicos, bien porque padecen alguna intolerancia. Otros, en cambio, prefieren eliminar esos alimentos de su lista de la compra porque aspiran a llevar un estilo de vida lo más saludable posible. Ante ese escenario y en un mercado globalizado como el nuestro, a los consumidores (alérgicos o intolerantes) les preocupa, por tanto, no llegar a conocer las procedencias y los procesos que ha seguido un producto. De ahí, el aumento del interés por aprender a entender el etiquetado de los productos que, según la legislación, debe contener la máxima información posible para tomar decisiones conscientes.
En los últimos años, en nuestro país, se ha registrado un aumento en la incidencia en las alergias e intolerancias alimentarias. En España, según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2018, se estima que cerca de dos millones de personas son alérgicas a algún alimento.
Los alimentos están compuestos por diferentes proteínas y, algunas de ellas, pueden ser potencialmente alergénicas, siendo capaces de inducir diferentes tipos de reacciones. El desarrollo de una alergia depende, sin embargo, de diversos factores entre los que se incluyen la genética, la frecuencia de consumo de los alimentos y el momento de su introducción, entre otros.
El aumento en la prevalencia de la alergia alimentaria se ha relacionado también con múltiples factores, como pueden ser el modo de vida actual, la contaminación ambiental o las modificaciones en los hábitos alimenticios, que a su vez provocan cambios en la flora intestinal. También por el incremento del consumo de comida procesada, que contiene más cantidad de aditivos como los saborizantes, aromatizantes, antioxidantes y emulsionantes. Todos ellos producen un aumento de la exposición a alérgenos, además de un mayor riesgo de contacto con alérgenos ocultos.
El consumidor ha cambiado, está viviendo una revolución en lo que a alimentación sostenible se refiere. Pero que, sobre todo, tiene muy claro lo que quiere sea o no alérgico o intolerante. Hoy en día las marcas deben dar respuesta a las necesidades de un comprador consciente que no sólo busca comer sano, sino que quiere que aquello que elige venga de una producción responsable, no sea ‘artificial’ y responda a un comportamiento ético acorde a sus valores.
Un perfil que describe la Encuesta Sobre Hábitos de Consumo 2019 de la Mesa de Participación Asociaciones de Consumidores (MPAC) que, en sus conclusiones, afirma que uno de cada dos consumidores que elige productos libres de alérgenos lo hace porque los considera más sanos aunque no padezca enfermedad alguna. Según la encuesta, el 22% asegura elegir productos libres de alérgenos por considerarlos más sanos y por qué los necesita por su dieta, dato llamativo dado que de este porcentaje solamente la mitad (11%) padece alergias, mientras que el resto los consumen al considerar directamente que son más sanos. No obstante, este porcentaje ha bajado 2 puntos en relación con otros años.
Si este análisis del comportamiento del consumidor lo hacemos extensivo a los diferentes mercados, según MINTEL, el 12 % de la población brasileña prefiere beber la leche sin lactosa porque le causa menos pesadez estomacal. De hecho, el 34 % de los consumidores brasileños está de acuerdo en que los productos sin lactosa son más ligeros. Por otro lado, el 26 % de los consumidores británicos coinciden en señalar que la ausencia de determinados alimentos en la dieta mejora la salud digestiva.
Una opinión que también comparten los consumidores estadounidenses (un 18%) que abogan por seguir una dieta FODMAP. Esto es, una dieta que excluye los alimentos ricos en hidratos de carbono como los oligosacáridos, los disacáridos, los monosacáridos y los polioles que, en algunas personas, pueden llegar sin digerir al intestino grueso y ser sustrato para las bacterias, originando gases, hinchazón, o dolor abdominal e incluso diarrea. Por su parte, en el mercado asiático, un 13% de los consumidores han tratado de limitar su ingesta de gluten y el 9% de los canadienses creen que la ausencia de soja es un factor a tener en cuenta a la hora de comprar alternativas a la carne.
La demanda actual es clara y todo apunta a que ésta aumentará en los próximos años. Un reflejo de esta demanda se observa en el incremento del lanzamiento de productos con reclamos relacionados con la ausencia de alérgenos en las formulaciones, tal y como se observa en el siguiente gráfico.
Si nos fijamos en la categoría de producto, destaca el crecimiento de los lanzamientos en snack y salsas debido principalmente a la variedad de ingredientes que incorporan en su formulación. En el caso de los snacks, el incremento se justifica también por su relación con el aumento de lanzamientos en respuesta a los actuales hábitos de consumo, la ‘snackificacion’, el convenience o los formatos on-the-go.
En el ámbito de las salsas, el uso de huevo en la formulación suele ser el principal agente alérgeno y de ahí el interés por desarrollar nuevas fórmulas incorporando, por ejemplo, leguminosas.
Si nos preguntamos hacia dónde se va a dirigir el desarrollo de nuevas fórmulas y el uso de nuevas alegaciones, nos decantamos por dos focos.
Por una parte, los reclamos relacionados con la dieta FODMAP (Fermentable Oligosacáridos Disacáridos Monosacáridos y Polioles), la cual surge originariamente como acción terapéutica de distintas dolencias como el colon irritable o síndrome de intestino irritable. Esta tendencia se enmarca en el perfil de consumidor que busca una dieta que contribuya a la salud intestinal y el cual no padece ninguna alergia.
Según indica Mintel en su informe ‘Allergies and intolerances: free from dieting trends’, distintas categorías de producto ya han optado por incorporar en su etiquetado referencias a este tipo de dietas. Aunque su aparición en Eruopa es más bien minoritaria, en otras regiones como Australia o Nueva Zelanda, se trata de una realidad.
Por otra parte, nos encontramos con los alérgenos alimenticios emergentes. En el periodo 2002-2017, de los 1951 casos de anafilaxia propiciados por 164 alérgenos alimentarios distintos (según la Red de Vigilancia de Alérgenos), aproximadamente el 1% fue causado por alérgenos alimentarios emergentes como: el trigo sarraceno, Leche de pequeños rumiantes (cabras y ovejas), el kiwi, la piña, la alfa-galactosa, los guisantes y las lentejas. Etiquetado e información
Al inicio del artículo reflexionábamos sobre la preocupación de los consumidores de conocer las procedencias y los procesos que ha seguido un producto. También de saber interpretar la información del etiquetado. La normativa actual obliga a incluir una serie de informaciones básicas, desde qué tipo de producto se trata hasta la fecha de consumo recomendado o de caducidad, la cantidad de producto que contiene el envase, la lista de ingredientes (en orden de peso decreciente) y el nombre y la dirección del fabricante.
Desde 2014 también es obligatoria una información nutricional mínima: el valor energético en calorías, las cantidades de grasas (especificando las saturadas), hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal por cada 100 g o 100 ml de producto. Asimismo, es obligatorio indicar si el producto contiene algún alérgeno entre los especificados por la normativa europea (1169/2011).
AINIA ofrece a las empresas del sector soluciones integrales que garanticen la ausencia de alérgenos en los alimentos: nuestro saber-hacer y equipo multidisciplinar nos permiten realizar reformulación de productos y análisis fisicoquímicos, así como la evaluación in situ de los riesgos de contaminación por alérgenos en las instalaciones. Además, para que las empresas conozcan la forma en la que reflejar la composición de los alimentos, garantizar la transparencia e información del consumidor organizamos cursos de formación como el que tendrá lugar el próximo 26 de marzo, en nuestras instalaciones de Valencia. Si estás interesado, ya está abierto el plazo de inscripción para la 8ª edición del curso presencial ‘Etiquetado e información en productos alimenticios’.
Noemí Vidal (61 artículos)
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